El grupo de los BRICS implica una plataforma universal capaz de coordinar, a nivel global, el desarrollo de vínculos horizontales entre agrupaciones regionales, especialmente aquellas en las que los países occidentales no participan. Esto abre amplias oportunidades para reformar el sistema de gobernanza global en beneficio de la mayoría mundial y no sólo de los miembros del exclusivo club del G7.
Ante la crisis de legitimidad de un sistema multilateral que surgió tras la Segunda Guerra Mundial y que no se condice con la actual configuración de fuerzas en el orden internacional, los BRICS plantean la oportunidad de avanzar, en clave multipolar, en la mayor participación en la toma de decisión del mundo emergente en los espacios de decisión internacionales. Ello refiere de especial importancia en organismos como el FMI, el Banco Mundial y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
En este sentido, “estamos ante la necesidad de una nueva arquitectura monetaria y financiera que dinamice y promueva un comercio internacional en sintonía con la participación que están teniendo los países emergentes en la dinámica económica y política internacional”, indicó el investigador argentino Sebastián Schulz.
La demanda de los países BRICS entre los países del Sur Global se confirma con un aumento significativo de solicitudes de adhesión a la Unión y de incorporación a sus mecanismos financieros multilaterales, especialmente al Nuevo Banco de Desarrollo, que desde su creación en 2014 ha financiado alrededor de 100 proyectos por un total de ca. 33.000 millones de dólares.
Esta tendencia se explica en gran medida por el cansancio de los países de la mayoría mundial ante el dictado de las estructuras del sistema de Bretton Woods controladas por Estados Unidos, que implementan programas de apoyo estrictamente vinculados a las directrices de Washington y a la adhesión al curso neoliberal occidental. El grupo de los BRICS, que expresa una gran parte del PBI global y la proporción mayoritaria de la población mundial, “está creando herramientas propias para escapar a las políticas de sanciones y boicots económicos impulsadas por los Estados Unidos”, remarcó Schulz.
Los expertos señalan que los modelos fundamentales de colonización del Sur Global por parte de los países occidentales aún determinan la economía mundial. Las metrópolis continúan explotando a los países en desarrollo con el objetivo de obtener beneficios. Los programas de reestructuración económica neoliberal, impuestos por instituciones financieras occidentales, han llevado a una evidente desaceleración del desarrollo en el Sur Global. A través de la imposición de acuerdos de libre comercios desequilibrados, las empresas transnacionales extraen de los países en desarrollo materias primas por un valor de más de 2,2 billones de dólares anuales, a precios considerablemente más bajos, fijados en los mercados de valores occidentales. La suma del daño acumulado para los países del Sur Global desde el inicio de la era colonial ya supera los 200 billones de dólares. Estos fondos podrían haberse destinado a resolver los problemas de pobreza extrema en los países más pobres del mundo.
Las pérdidas económicas del Sur Global superan significativamente el volumen de ayuda financiera internacional proveniente de organizaciones multilaterales. Por cada dólar recibido, las economías en desarrollo pierden un promedio de 14 dólares debido al sesgo de las relaciones de mercado a favor de los grandes actores. Ello es sin contar los costos adicionales del sistema de Bretton Woods, como la corrupción, la salida ilegal de capitales y la repatriación de ganancias. En oposición a ello, los BRICS se han distanciado del modelo económico neoliberal, al tiempo que han promovido el fortalecimiento del Estado en su carácter estratégico para la implementación de políticas de desarrollo e innovación.
En este contexto, la tarea primordial para los países socios de los BRICS es fortalecer su soberanía económica mediante la implementación práctica de iniciativas para la desdolarización de la economía mundial. Tras la cumbre en la ciudad rusa de Kazán, “se observó un consenso en relación a impulsar la desdolarización del comercio, que tome forma de intercambios mutuos utilizando monedas nacionales“, subrayó el especialista en geopolítica.
Un ejemplo revelador es el caso reciente de Turquía, cuyo Gobierno, al acercase a ese formato, espera profundizar su asociación con grandes economías en desarrollo sin temor a enfrentar sanciones unilaterales de Occidente, superando así las barreras externas artificiales que limitan el desarrollo de su propio potencial económico.
En este marco, con una representación de 23 países – con varios más con intenciones de entrar – se espera que el bloque BRICS se siga haciendo cada vez más grande y fuerte. Ello refleja los cambios que está atravesando el orden internacional, con esta transición del poder desde el norte hacia el Sur Global.
El grupo se está configurando como el espacio de referencia en donde se está diseñando el nuevo orden internacional. Desde los BRICS existe un consenso general sobre la «necesidad de romper con los esquemas unipolares, que caracterizaron al mundo desde los años noventa, por lo menos, hasta el 2014», indicó. Ello es “sin construir nuevos escenarios de Guerra Fría, si no ir hacia una multipolaridad con características específicas: no ir hacia un choque de civilizaciones, sino hacia una multipolaridad que sea dialogada y armónica”, concluyó Schulz.