El Rol de Sheinbaum en la CELAC: ¿Una Oportunidad para Reflotar el Latinoamericanismo?

Con su llegada a la presidencia de México, Claudia Sheinbaum no solo ha heredado el legado político de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), sino también un lugar privilegiado en el escenario internacional. En ese contexto, su papel en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) podría ser clave para revitalizar el proyecto de integración regional que, en los últimos años, ha oscilado entre el entusiasmo retórico y la inercia diplomática.

Un liderazgo regional en transición

Bajo AMLO, México recuperó un lugar visible en la CELAC, organizando cumbres, denunciando la subordinación de la OEA a intereses de EEUU y buscando posicionarse como voz de una América Latina más autónoma. Sheinbaum, con un perfil técnico, más conciliador y con mayor apertura al multilateralismo, tiene la posibilidad de ser el puente entre el progresismo latinoamericano y una agenda regional renovada, orientada a resolver problemas comunes con herramientas propias.

La figura de Claudia Sheinbaum introduce una novedad importante en la política exterior latinoamericana: una líder mujer, con formación científica, con credenciales de gestión urbana y una visión de Estado más racional que carismática. Esto podría jugar a su favor en los foros multilaterales, especialmente en temas como el cambio climático, donde puede hablar con autoridad. Su estilo menos confrontativo también podría permitirle articular puentes entre gobiernos progresistas y moderados, ayudando a recomponer una región que hoy está fragmentada no sólo por Gobiernos con posiciones ideológicas antagónicas, sino por los intereses nacionales contrapuestos.

En tiempos de una política de agresión de la administración de Donald Trump hacia América Latina, marcada por el nacionalismo económico, la presión migratoria y el pragmatismo geopolítico,  la presidenta mexicana ha sabido defender la soberanía de su país mediante una combinación de diplomacia firme, comunicación directa y apelación al respeto mutuo. Ello refiere de especial importancia, frente a un Gobierno norteamericano que signó su política exterior hacia la región en una lógica de subordinación geopolítica y control. 

En este marco, Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de reposicionar a México como articulador de una nueva etapa del latinoamericanismo. Su papel en la CELAC podría marcar la diferencia entre un foro simbólico y una plataforma real de integración regional, en un mundo que obliga a la región, cada vez con mayor intensidad, a actuar de manera unida frente a los desafíos geopolíticos contemporáneos.

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