Chile y los BRICS: Una Oportunidad Histórica para la Integración Global

La invitación oficial del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, al presidente chileno Gabriel Boric para participar en la Cumbre de los BRICS en julio de este año ha reactivado un debate fundamental en la política exterior chilena, referente a si el país trasandino debe aspirar a integrarse formalmente al bloque de potencias emergentes. Desde una mirada estratégica y progresista, la respuesta parece ser un rotundo sí.

Un mundo multipolar que exige nuevas alianzas

En un escenario internacional marcado por tensiones geopolíticas crecientes y una creciente polarización entre potencias, el bloque BRICS —integrado actualmente por Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos— ha emergido como un contrapeso real al dominio tradicional de Occidente en los foros globales. Su propuesta de multilateralismo inclusivo y cooperación Sur-Sur ofrece un espacio donde países en desarrollo pueden incidir más activamente en la gobernanza mundial.

Chile, una de las economías más estables y abiertas de América Latina, tiene mucho que ganar si decide alinearse con esta visión. La pertenencia al BRICS permitiría al país diversificar sus relaciones internacionales, ampliar su acceso a mercados estratégicos y participar en proyectos de cooperación tecnológica, energética y de infraestructura que hoy ya benefician a naciones como India o Sudáfrica.

Comercio, inversión y autonomía estratégica

Desde el punto de vista económico, los BRICS representan cerca del 32% del PIB global y más del 40% de la población mundial. China, socio clave de Chile y principal destino de sus exportaciones, es el motor económico del bloque. A su vez, India y Brasil ofrecen mercados dinámicos con un enorme potencial para productos agrícolas, energías limpias y servicios digitales chilenos.

Además, el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), fundado por los BRICS, podría convertirse en una fuente alternativa de financiamiento para proyectos de infraestructura sustentable, en un momento en que Chile necesita diversificar sus fuentes de inversión para acelerar su transición verde.

Sumarse al bloque no implicaría romper con Occidente, como algunos críticos han sugerido. Al contrario, reforzaría la autonomía estratégica de Chile al evitar la dependencia excesiva de cualquier polo de poder. Como dijo el propio presidente Boric en su reciente visita a Brasil: “No quiero comerciar sólo con EEUU o con China. Quiero hacerlo con ambos”.

Liderazgo regional y voz en el sur global

En América Latina, sólo Brasil forma parte del bloque BRICS, aunque Argentina estuvo a punto de integrarse antes de que su Gobierno actual decidiera rechazar la invitación. La presencia de Chile podría revitalizar la representación de la región en el bloque, aportando una visión democrática, medioambiental y socialmente responsable al diálogo con países de Asia, África y Medio Oriente.

A nivel diplomático, pertenecer al BRICS fortalecería la posición de Chile en instancias multilaterales como la ONU, la OMC y la COP, donde el bloque actúa coordinadamente para defender los intereses del Sur Global frente a las decisiones impuestas por potencias del norte.

La participación de Chile en la próxima cumbre en Río de Janeiro será una oportunidad para sentar las bases de una futura adhesión. Ingresar al BRICS no es simplemente una cuestión económica, sino una apuesta por un mundo más equilibrado, justo y cooperativo.

En momentos donde las instituciones internacionales tradicionales muestran signos de agotamiento, Chile tiene la oportunidad de posicionarse como un actor clave en la construcción de un nuevo orden global. En este marco, el ingreso de Chile a los BRICS sería, sin duda, un paso hacia ese futuro.

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