La reciente visita del secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, al presidente argentino Javier Milei no solo fue una muestra de respaldo a las reformas económicas impulsadas por el gobierno libertario. También encendió alarmas sobre el impacto que este giro hacia Washington podría tener en la relación económica de Argentina con China, su segundo socio comercial y uno de sus principales financiadores internacionales durante los últimos años.
Durante su visita, el secretario del Tesoro elogió las medidas adoptadas por el gobierno de Milei, calificándolas como «impresionantes esfuerzos de reforma» que buscan reducir la carga regulatoria sobre el sector privado. Además, expresó el pleno apoyo de EE. UU. a las reformas económicas argentinas e inició conversaciones formales sobre un acuerdo de comercio recíproco. No obstante, Bessent también enfatizó la importancia de que Argentina acumule reservas y rompa su dependencia con China, sugiriendo que el respaldo estadounidense está condicionado a una alineación geopolítica que favorezca los intereses de EEUU en la región.
¿Una nueva relación de dependencia?
La postura de Bessent refleja una estrategia de «alianza condicional», donde el apoyo a las reformas económicas de Milei está intrínsecamente vinculado a la adopción de políticas que favorezcan los intereses estratégicos de EEUU Esta dinámica podría limitar la autonomía de Argentina en la toma de decisiones económicas y geopolíticas, subordinando sus políticas internas a las directrices impuestas desde Washington.
La apertura económica promovida por Milei, respaldada por EEUU, implica una mayor inserción de Argentina en los mercados internacionales bajo condiciones que favorecen a las economías más poderosas. Si bien estas reformas pueden generar beneficios a corto plazo, como el acceso a financiamiento internacional y la reducción de la inflación, también conllevan riesgos asociados a la dependencia de capitales extranjeros y la vulnerabilidad ante fluctuaciones externas.
La decisión de alinearse abiertamente con EEUU podría representar una “subordinación geoeconómica” que deja a Argentina con menos márgenes de negociación en un contexto global cada vez más polarizado.
Los condicionamientos para esta alianza bilateral no tardará en tener serias repercusiones para la economía argentina. En este sentido, se espera una ralentización del flujo de inversiones chinas, especialmente en minería e infraestructura. Asimismo, habrá incertidumbre sobre la renovación del swap por más de 18.000 millones de dólares, que hoy representa casi la mitad de las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Por último, se esperan potenciales represalias comerciales que afecten sectores como la soja, la carne y el vino, donde China es un destino clave.
La visita de Scott Bessent a Javier Milei selló algo más que una foto diplomática: fue la confirmación de un realineamiento geopolítico con consecuencias económicas de largo alcance. Mientras el Gobierno celebra el respaldo de Washington, el enfriamiento con Beijing podría tener costos significativos para una economía que aún busca estabilidad.