Monterrey empata 1-1 con el Inter en el Mundial de Clubes. Gol de Sergio Ramos desafía la hegemonía europea y reescribe el mapa del fútbol global. Rayados sacude el relato eurocentrista y frena al gigante italiano en Pasadena.
En una noche donde la historia suele escribirse desde Europa, Monterrey rompió el libreto. Con un golazo de cabeza del veterano Sergio Ramos al minuto 25, Rayados empató 1-1 ante el Inter de Milán en el Mundial de Clubes, disputado en el Rose Bowl de Pasadena.
El tanto no solo sacudió redes, más bien puede interpretarse como un acto de resistencia simbólica. El club mexicano, históricamente subestimado por la narrativa global, sostuvo el resultado ante uno de los colosos del fútbol europeo. Lautaro Martínez empató al 42, pero no alcanzó. Monterrey resistió, propuso, y estuvo a punto de ganarlo.
Aunque Inter dominó la posesión —con 60 % o más—, el gol de Lautaro Martínez al minuto 42 llegó tras un tiro libre y una jugada prefabricada. Sin embargo, Monterrey se replegó, resistió, y sostuvo el empate durante los últimos minutos, llegando incluso a fallar la oportunidad de ganar en el tiempo agregado.
Esta resistencia se convierte en metáfora: un club de una liga históricamente subordinada, que toma posición, enfrenta estructuras de poder deportivo y media entre múltiples identidades (mexicana, latinoamericana, migrante en EEUU, veterano español). Monterrey reclamó visibilidad y protagonismo en un escenario donde tradicionalmente se decide a puertas cerradas para lo diferente.
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