“Es decir que conmemoramos una fecha de un profundo significado, y la hemos conmemorado como real y únicamente podíamos conmemorarla, es decir: con el sentimiento, con el corazón”.
Publicado en el marco del acuerdo de cooperación entre Cubadebate y Horizonte Multipolar
Por Ms. Sc. Rafael Montejo
Dicen que andaba por la Colina con un ejemplar de “El Estado y la Revolución”, de Lenin, bajo el brazo. Necesitaba entender bajo la creciente agitación de la vida política en la capital las relaciones de poder que ya intuía desde niño en el batey familiar de Birán y sus primeras experiencias con el hambre en Santiago. La injusticia podía tener muchos detonantes y manifestaciones diversas pero las causas esenciales apuntaban a un orden social que debía ser cambiado. Y aunque Martí y las luchas mambisas seguían siendo su referente central, añadir herramientas de análisis despejaba el camino emancipatorio, primero en lo individual y después en la acción colectiva.
Luego en las requisas policiales posteriores al Moncada, al encontrar literatura marxista – leninista e interrogado específicamente sobre libros de Lenin diría: “quien no estudia a Lenin es un ignorante”. Fidel debatía las obras fundamentales del marxismo y de Lenin en círculos de estudio junto a Abel y Montané entre otros dirigentes del naciente movimiento revolucionario.
Entender el anclaje de Fidel al marxismo – leninismo se explica por varias razones personales que el mismo aborda y por el particular contexto histórico político que vive la Cuba republicana de la época entre los años que entra a la Universidad de La Habana y el Moncada. Se puede llegar al marxismo leninismo desde Martí aclaró en más de una oportunidad. Entra a la universidad un 4 de septiembre a mediados de la década del 40, el mundo apenas se reponía de los estertores de la II Guerra Mundial, el ejército soviético pocos meses antes, el 30 de abril de 1945 alza la bandera de la hoz y el martillo en lo alto del Reichstag, y de las bombas genocidas sobre Hiroshima y Nagasaki de los EEUU solo habían transcurrido días.
La Cuba de la época reflejaba estas contradicciones internacionales pero con sus propias cargas sociales y políticas que hacían muy visible la “costra tenaz del coloniaje”. Las frustradas luchas y la revolución que se fue “a bolina” dejaban una carga de falsos revolucionarios, gansterismo galopante aupado por los gobiernos de turno que hacían de La Habana escenario de frecuentes atentados, tiroteos, asaltos y matonismo. La propia universidad no escapaba a estas improntas gansteriles y andar armado en el recinto de altos estudios se tornó normal. Hubo momento en que Fidel reconoce temer por su vida.
Pero estos son años fecundos para el joven revolucionario. La capacidad y velocidad del aprendizaje solo pueden atraparse al vuelo. La guerra fría sin acabar totalmente la caliente, comienza con un feroz anticomunismo. Los asesinatos de lideres campesinos, obreros y comunistas se suceden unos tras otros: Sabino Pupo, Niceto Pérez, Aracelio Iglesias, Jesús Menéndez entre otros dan una idea del ambiente, la impunidad y el contubernio de los gobernantes. Fidel se enrola en una expedición a liberar a República Dominicana del sátrapa Trujillo, que nunca se lo perdonará. El Bogotazo en 1948 por el asesinato de Gaitan sorprende a Fidel en la capital colombiana tratando de crear una asociación continental de estudiantes. El traer el símbolo de las luchas de la independencia, la campana de la Demajagua hasta el Aula Magna como premonición de la necesidad de la lucha armada. Y esto sin dejar de participar activamente de la vida deportiva universitaria inscribiéndose en fútbol, béisbol, atletismo, baloncesto. Es un joven de su época y a los jóvenes de su época no les son ajenas las ideas políticas más avanzadas.
Ya sobre el tercer año de la carrera las ideas socialistas a través del Manifiesto Comunista y otras lecturas le abren a un pensamiento no solo explicativo si no también transformador. El alegato del Moncada recogido en “La historia me absolverá” es una pieza con un alto contenido marxista y leninista, fruto ya no solo de las lecturas si no sobre todo de la experiencia de la lucha. Como en Lenin, en Fidel las convicciones creencias y conclusiones se forjan de la confrontación del estudio, las batallas políticas e ideológicas y la polémica por esclarecer puntos esenciales de la lucha revolucionaria. En este tiempo como el propio Fidel reflexiona va pasando de ser un socialista utópico a un revolucionario marxista – leninista.
Fidel en el centenario del natalicio de Lenin nos cuenta:
Hay que decir que el pensamiento de Lenin ha tenido una gran influencia en el proceso revolucionario cubano. Y algunas de sus obras fueron para algunos de nosotros guía, doctrina, medio de comprensión, sin los cuales habríamos estado desprovistos de verdades absolutamente esenciales en un proceso revolucionario.
Recordamos cuando por aquellos meses que precedieron al 26 de julio de 1953, la mayor parte del pequeño grupo de compañeros que estábamos dedicados a aquellas tareas andábamos siempre con los libros de Marx y de Lenin. Y recordamos que algunos de esos libros de Lenin —porque fueron los de Lenin— cayeron en manos de la policía, en los registros que hicieron después del Moncada. Y recordamos cómo en el proceso del Moncada, un fiscal paniaguado, entre sus más graves acusaciones, entre sus más —digamos— capciosas preguntas, hizo la pregunta de si era verdad que nosotros teníamos aquellos libros de Lenin y si eran nuestros aquellos libros de Lenin.
La acusación de comunista era una de las más usuales, y en muchas ocasiones de las más destructivas desde el punto de vista político, puesto que ese era el ambiente que imperaba. Y recordamos que en aquel instante no pudimos contener la indignación de ver allí aquella idiotez de sacar a relucir el libro de Lenin, y nosotros, con gran indignación, nos levantamos y le dijimos: “Sí, nosotros leemos a Lenin, y quien no lea a Lenin es un ignorante” (APLAUSOS). Puesto que prácticamente se tenía como un delito —¡un delito, señores!— estudiar a Lenin.
Con los años y el triunfo revolucionario los principios leninistas relacionados con el papel del partido, la unidad, la lucha ideológica y de clases, el centralismo democrático, la crítica y la autocrítica como herramientas educativas, la prevalencia de la política sobre la economía en esa compleja dialéctica de relaciones, el sentido del momento histórico, defender con total entrega al pueblo y sus intereses vitales y estar atento a sus reclamos, el internacionalismo proletario consecuente, el antimperialismo, entre otras muchas razones, hacen de Fidel un leninista convencido y militante. Y lo manifestó en numerosas ocasiones hasta poco tiempo antes de trascender al pueblo. En Fidel, como el mismo lo expresó, decir leninista, es decir marxista. Es de resaltar, entre los paralelos que las historias revolucionarias de Lenin y Fidel nos invitan, el vínculo estrecho con las masas como brújula política:
Si se dijera o si se preguntara si hubo algún hombre más incomprendido que Lenin, habría que decir que no. Pero, en cambio, sí habría que decir que no hubo hombre más comprendido por el trabajador humilde, más comprendido por el obrero, más comprendido por las masas, que Lenin. Asombra la paradoja entre la enorme incomprensión que encontraba a su alrededor y la inmensa comprensión que encontró siempre en las masas, y que fueron factor decisivo en cada uno de los momentos más críticos y más difíciles de aquel proceso revolucionario.
Hoy es necesario resignificar las vidas y obra revolucionaria de Lenin y Fidel a la luz de este pensamiento: “Creemos sinceramente que estudiar la vida de Lenin, estudiar el pensamiento de Lenin, las doctrinas de Lenin y el ejemplo de Lenin constituyen no un homenaje sino una conveniencia, un beneficio para los pueblos”.
Nota: Todas la citas de Fidel son del discurso en la velada solemne por el centenario de V.I. Lenin, el 22 de abril de 1970, en el Teatro Chaplin.“Es decir que conmemoramos una fecha de un profundo significado, y la hemos conmemorado como real y únicamente podíamos conmemorarla, es decir: con el sentimiento, con el corazón”.
Dicen que andaba por la Colina con un ejemplar de “El Estado y la Revolución”, de Lenin, bajo el brazo. Necesitaba entender bajo la creciente agitación de la vida política en la capital las relaciones de poder que ya intuía desde niño en el batey familiar de Birán y sus primeras experiencias con el hambre en Santiago. La injusticia podía tener muchos detonantes y manifestaciones diversas pero las causas esenciales apuntaban a un orden social que debía ser cambiado. Y aunque Martí y las luchas mambisas seguían siendo su referente central, añadir herramientas de análisis despejaba el camino emancipatorio, primero en lo individual y después en la acción colectiva.
Luego en las requisas policiales posteriores al Moncada, al encontrar literatura marxista – leninista e interrogado específicamente sobre libros de Lenin diría: “quien no estudia a Lenin es un ignorante”. Fidel debatía las obras fundamentales del marxismo y de Lenin en círculos de estudio junto a Abel y Montané entre otros dirigentes del naciente movimiento revolucionario.
Entender el anclaje de Fidel al marxismo – leninismo se explica por varias razones personales que el mismo aborda y por el particular contexto histórico político que vive la Cuba republicana de la época entre los años que entra a la Universidad de La Habana y el Moncada. Se puede llegar al marxismo leninismo desde Martí aclaró en más de una oportunidad. Entra a la universidad un 4 de septiembre a mediados de la década del 40, el mundo apenas se reponía de los estertores de la II Guerra Mundial, el ejército soviético pocos meses antes, el 30 de abril de 1945 alza la bandera de la hoz y el martillo en lo alto del Reishtag, y de las bombas genocidas sobre Hiroshima y Nagasaki de los EE.UU. solo habían transcurrido días.
La Cuba de la época reflejaba estas contradicciones internacionales pero con sus propias cargas sociales y políticas que hacían muy visible la “costra tenaz del coloniaje”. Las frustradas luchas y la revolución que se fue “a bolina” dejaban una carga de falsos revolucionarios, gansterismo galopante aupado por los gobiernos de turno que hacían de La Habana escenario de frecuentes atentados, tiroteos, asaltos y matonismo. La propia universidad no escapaba a estas improntas gansteriles y andar armado en el recinto de altos estudios se tornó normal. Hubo momento en que Fidel reconoce temer por su vida.
Pero estos son años fecundos para el joven revolucionario. La capacidad y velocidad del aprendizaje solo pueden atraparse al vuelo. La guerra fría sin acabar totalmente la caliente, comienza con un feroz anticomunismo. Los asesinatos de lideres campesinos, obreros y comunistas se suceden unos tras otros: Sabino Pupo, Niceto Pérez, Aracelio Iglesias, Jesús Menéndez entre otros dan una idea del ambiente, la impunidad y el contubernio de los gobernantes. Fidel se enrola en una expedición a liberar a República Dominicana del sátrapa Trujillo, que nunca se lo perdonará. El Bogotazo en 1948 por el asesinato de Gaitan sorprende a Fidel en la capital colombiana tratando de crear una asociación continental de estudiantes. El traer el símbolo de las luchas de la independencia, la campana de la Demajagua hasta el Aula Magna como premonición de la necesidad de la lucha armada. Y esto sin dejar de participar activamente de la vida deportiva universitaria inscribiéndose en fútbol, béisbol, atletismo, baloncesto. Es un joven de su época y a los jóvenes de su época no les son ajenas las ideas políticas más avanzadas.
Ya sobre el tercer año de la carrera las ideas socialistas a través del Manifiesto Comunista y otras lecturas le abren a un pensamiento no solo explicativo si no también transformador. El alegato del Moncada recogido en “La historia me absolverá” es una pieza con un alto contenido marxista y leninista, fruto ya no solo de las lecturas si no sobre todo de la experiencia de la lucha. Como en Lenin, en Fidel las convicciones creencias y conclusiones se forjan de la confrontación del estudio, las batallas políticas e ideológicas y la polémica por esclarecer puntos esenciales de la lucha revolucionaria. En este tiempo como el propio Fidel reflexiona va pasando de ser un socialista utópico a un revolucionario marxista – leninista.
Fidel en el centenario del natalicio de Lenin nos cuenta:
Hay que decir que el pensamiento de Lenin ha tenido una gran influencia en el proceso revolucionario cubano. Y algunas de sus obras fueron para algunos de nosotros guía, doctrina, medio de comprensión, sin los cuales habríamos estado desprovistos de verdades absolutamente esenciales en un proceso revolucionario.
Recordamos cuando por aquellos meses que precedieron al 26 de julio de 1953, la mayor parte del pequeño grupo de compañeros que estábamos dedicados a aquellas tareas andábamos siempre con los libros de Marx y de Lenin. Y recordamos que algunos de esos libros de Lenin —porque fueron los de Lenin— cayeron en manos de la policía, en los registros que hicieron después del Moncada. Y recordamos cómo en el proceso del Moncada, un fiscal paniaguado, entre sus más graves acusaciones, entre sus más —digamos— capciosas preguntas, hizo la pregunta de si era verdad que nosotros teníamos aquellos libros de Lenin y si eran nuestros aquellos libros de Lenin.
La acusación de comunista era una de las más usuales, y en muchas ocasiones de las más destructivas desde el punto de vista político, puesto que ese era el ambiente que imperaba. Y recordamos que en aquel instante no pudimos contener la indignación de ver allí aquella idiotez de sacar a relucir el libro de Lenin, y nosotros, con gran indignación, nos levantamos y le dijimos: “Sí, nosotros leemos a Lenin, y quien no lea a Lenin es un ignorante” (APLAUSOS). Puesto que prácticamente se tenía como un delito —¡un delito, señores!— estudiar a Lenin.
Con los años y el triunfo revolucionario los principios leninistas relacionados con el papel del partido, la unidad, la lucha ideológica y de clases, el centralismo democrático, la crítica y la autocrítica como herramientas educativas, la prevalencia de la política sobre la economía en esa compleja dialéctica de relaciones, el sentido del momento histórico, defender con total entrega al pueblo y sus intereses vitales y estar atento a sus reclamos, el internacionalismo proletario consecuente, el antimperialismo, entre otras muchas razones, hacen de Fidel un leninista convencido y militante. Y lo manifestó en numerosas ocasiones hasta poco tiempo antes de trascender al pueblo. En Fidel, como el mismo lo expresó, decir leninista, es decir marxista. Es de resaltar, entre los paralelos que las historias revolucionarias de Lenin y Fidel nos invitan, el vínculo estrecho con las masas como brújula política:
Si se dijera o si se preguntara si hubo algún hombre más incomprendido que Lenin, habría que decir que no. Pero, en cambio, sí habría que decir que no hubo hombre más comprendido por el trabajador humilde, más comprendido por el obrero, más comprendido por las masas, que Lenin. Asombra la paradoja entre la enorme incomprensión que encontraba a su alrededor y la inmensa comprensión que encontró siempre en las masas, y que fueron factor decisivo en cada uno de los momentos más críticos y más difíciles de aquel proceso revolucionario.
Hoy es necesario resignificar las vidas y obra revolucionaria de Lenin y Fidel a la luz de este pensamiento: “Creemos sinceramente que estudiar la vida de Lenin, estudiar el pensamiento de Lenin, las doctrinas de Lenin y el ejemplo de Lenin constituyen no un homenaje sino una conveniencia, un beneficio para los pueblos”.
Nota: Todas la citas de Fidel son del discurso en la velada solemne por el centenario de V.I. Lenin, el 22 de abril de 1970, en el Teatro Chaplin.