¿Podrá Colombia plegarse a los BRICS ante los embates de EEUU?

La creciente tensión geopolítica y la consolidación del bloque BRICS como alternativa al orden internacional tradicional han abierto un debate incómodo —pero inevitable— en Colombia: ¿está el país preparado para dar un giro estratégico hacia un nuevo eje global, aun a riesgo de desafiar su histórica cercanía con EEUU?

El grupo BRICS, conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica —y ahora en expansión hacia lo que se conoce como BRICS+—, ha consolidado una narrativa de reforma del orden mundial. Su propuesta ha tendido hacia un multilateralismo más equitativo, menos dependiente del dólar estadounidense y con mayor representación del Sur Global. Para países como Colombia, que históricamente han orbitado alrededor de Washington, la atracción de este nuevo polo es creciente.

El giro del gobierno Petro

Desde que asumió el poder en 2022, el presidente Gustavo Petro ha impulsado una política exterior más independiente, con énfasis en la integración regional, la transición energética y un discurso crítico del intervencionismo occidental. En distintos foros internacionales, ha abogado por un nuevo orden financiero global, compatible con los principios que promueven los BRICS.

En julio de 2024, durante la cumbre del BRICS en Kazán, el canciller colombiano Álvaro Leyva asistió como observador, una señal que no pasó desapercibida en Washington. “Colombia no busca romper alianzas, sino ampliar horizontes”, declaró entonces, ante los rumores de una posible solicitud formal para integrarse al bloque ampliado.

El posible acercamiento de Colombia a los BRICS plantea una disyuntiva compleja. Por un lado, representa una oportunidad para diversificar relaciones comerciales, atraer inversiones chinas e indias en infraestructura y energía, y acceder a financiamiento alternativo —como el Nuevo Banco de Desarrollo del bloque— sin las condicionalidades del FMI o el BID.

Pero por el otro, desafía la arquitectura tradicional de seguridad y comercio que ha sostenido la relación bilateral con EEUU durante décadas. Colombia es el mayor receptor de ayuda militar estadounidense en América Latina y principal aliado de la OTAN en la región. Romper o debilitar ese vínculo tendría implicaciones profundas, especialmente en cooperación en inteligencia, lucha contra el narcotráfico y comercio.

“Colombia no puede tener un pie en la OTAN y otro en los BRICS sin que alguien se lo haga notar”, señala el internacionalista Juan Gabriel Tokatlian. “El margen de maniobra es pequeño y se juega más en los símbolos que en las decisiones formales”.

América Latina, entre dos aguas

El giro de potencias regionales como Brasil, Argentina (antes del cambio de gobierno), Bolivia y Venezuela hacia los BRICS ha generado una ola de reconfiguración diplomática en América Latina. Mientras algunos países buscan alinearse con el Sur Global, otros —como México y Chile— mantienen una postura más ambigua, observando con cautela pero sin comprometer sus relaciones tradicionales.

Colombia, históricamente alineada con Washington, se encuentra ahora ante una coyuntura sin precedentes. El avance del BRICS en la región podría dejar al país en una posición de aislamiento relativo si no adapta su política exterior a los nuevos equilibrios globales.

Durante años, Colombia fue visto por Estados Unidos como el “país ancla” de su política latinoamericana: confiable, alineado, estratégico. Pero el nuevo contexto internacional —sumado a la creciente autonomía regional— obliga a repensar ese rol. ¿Puede Colombia redefinir su lugar en el mundo sin renunciar a sus alianzas tradicionales?

Por ahora, el gobierno de Petro mantiene un discurso de “pluralismo diplomático”, mientras sopesa los costos políticos y económicos de cada paso. Pero el dilema no es solo del Ejecutivo: es también del empresariado, de las fuerzas armadas, de la sociedad civil y de una élite que aún ve a Washington como brújula.

El acercamiento de Colombia a los BRICS no es una decisión inmediata ni inevitable, pero sí una posibilidad cada vez más debatida. Frente a un mundo donde los polos de poder se reconfiguran y los países medianos buscan nuevas formas de inserción, la pregunta ya no es si Colombia debe explorar nuevas alianzas, más bien si puede hacerlo a pesar de los costos. El péndulo geopolítico global se mueve, y Colombia está justo en el centro del vaivén.

Compartilhar

Pode-Te interessar:

pt_BRPortuguese