Venezuela bajo amenaza: el retorno de la doctrina Monroe y la defensa de la soberanía

La posibilidad de una nueva ofensiva militar de Estados Unidos contra Venezuela no es un hecho aislado, sino la expresión de una disputa global por el control de los recursos, las rutas energéticas y los símbolos políticos de la emancipación latinoamericana.

*Por Fabián Cardozo

Director responsable de Horizonte Multipolar

El nuevo rostro del viejo imperialismo

Las recientes declaraciones provenientes de Washington, insinuando la posibilidad de “acciones militares” contra Venezuela, confirman una tendencia estructural del poder estadounidense: su incapacidad para aceptar la autonomía política de América Latina.

La “amenaza venezolana” no es militar ni terrorista, como se pretende hacer creer, sino simbólica y política. Caracas encarna la persistencia de un proyecto alternativo que desafía la hegemonía neoliberal y la subordinación continental.

Desde 1999, la Revolución Bolivariana ha promovido una noción de soberanía integral: control sobre los recursos naturales, política exterior independiente, integración regional sin tutelas y una redistribución social del excedente petrolero. Es precisamente esa arquitectura —económica, ideológica y moral la que Estados Unidos intenta desmantelar.

Geopolítica de la energía y la guerra por el petróleo

Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo del planeta. En un contexto de reconfiguración energética global, con la emergencia de nuevos polos como China, Rusia e Irán, el control de esas reservas se vuelve estratégico.

Para Washington, asegurar el acceso a fuentes energéticas seguras y disciplinadas es un objetivo de seguridad nacional. De allí proviene el interés histórico por el Caribe, el Golfo de México y la Amazonia.

Una Venezuela soberana, asociada a la OPEP+, con vínculos estrechos con Moscú y Pekín, representa un obstáculo a la hegemonía energética norteamericana. Por eso, las amenazas de intervención no deben leerse como un episodio aislado, sino como una fase más de la disputa global entre un mundo unipolar en decadencia y un orden multipolar en ascenso.

La guerra híbrida contra Caracas

Desde 2015, Venezuela ha sido víctima de una guerra híbrida de múltiples frentes: sanciones financieras, bloqueo económico, guerra mediática, desinformación digital y operaciones psicológicas destinadas a erosionar la legitimidad del gobierno bolivariano.

El objetivo no es solo debilitar al Estado, sino fracturar la moral colectiva, dividir a las Fuerzas Armadas y provocar un colapso interno que justifique una “intervención humanitaria”.

Sin embargo, el país ha resistido. Gracias a la alianza cívico-militar, la cooperación con países aliados y la capacidad del pueblo para reinventar su economía bajo condiciones de asedio, Venezuela ha demostrado que la soberanía no se impone desde afuera, sino que se construye desde la resistencia.

América Latina ante un nuevo dilema histórico

El eventual ataque a Venezuela pondría a prueba la coherencia política de los gobiernos progresistas y soberanistas de la región.

¿Podrán los países del Sur resistir el retorno de la lógica de las “intervenciones preventivas”?

En un contexto donde resurgen proyectos de integración como la CELAC y el ALBA-TCP, la defensa de Caracas se convierte en un símbolo de la autodeterminación continental.

Permitir una invasión sería abrir nuevamente las puertas a la subordinación; resistirla, en cambio, implicaría reafirmar el principio histórico de “América Latina como zona de paz”, proclamado en La Habana en 2014.

El papel del Sur Global y la respuesta multipolar

La confrontación no se limita al hemisferio occidental. En el tablero global, la defensa de Venezuela se inscribe en una red de alianzas Sur-Sur que buscan construir una arquitectura financiera, tecnológica y militar alternativa.

China, Rusia, Irán, India y Sudáfrica han expresado su rechazo a cualquier agresión unilateral. El ingreso de Venezuela al BRICS Plus, junto con su participación activa en foros de cooperación energética, refuerza su rol como actor estratégico de la nueva multipolaridad.

De allí que una eventual intervención no sería una simple operación regional, sino un desafío directo a la correlación de fuerzas globales.

El mensaje político de Venezuela al mundo

Más allá de lo militar y lo geopolítico, la defensa de Venezuela también es una defensa de sentido. La revolución bolivariana se ha transformado en una gramática política de dignidad que reivindica el derecho de los pueblos a decidir sobre su destino sin imposiciones externas.

Su narrativa —basada en la soberanía, la justicia social y la integración latinoamericana— ha trascendido las fronteras venezolanas y se ha convertido en un punto de referencia para los movimientos populares de todo el mundo.

Por eso, derrotar a Venezuela no es solo un objetivo económico para el imperialismo, sino un intento de destruir un símbolo que inspira resistencia.

Es la hora de la solidaridad activa

Una posible invasión estadounidense sería un acto de agresión no solo contra Venezuela, sino contra toda la América Latina que ha decidido dejar de ser patio trasero.

La defensa de Caracas es, en última instancia, la defensa de la soberanía regional y de un modelo alternativo al capitalismo financiero global.

Frente a la amenaza, se impone una respuesta colectiva: los pueblos, los movimientos sociales, los intelectuales y los gobiernos comprometidos con la justicia deben alzar la voz y actuar en defensa del derecho de cada nación a ser libre.

Porque como advirtió Simón Bolívar, “los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar de miseria a América en nombre de la libertad”.

Y hoy, como ayer, solo la unidad continental podrá impedirlo.

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