Las nuevas maniobras militares anunciadas por EEUU contra Venezuela no son percibidas en Caracas como una muestra de fuerza, sino como la confirmación de una política fallida de Washington. Lejos de intimidar, estas amenazas han servido para reforzar la autoridad del presidente Nicolás Maduro, quien se presenta ante el pueblo como garante de la paz, la independencia y la estabilidad nacional.
La errática estrategia estadounidense —carente de coherencia y sin respaldo mayoritario en la región— ha terminado dándole mayor legitimidad a un gobierno que ha resistido sanciones, presiones diplomáticas e intentos de desestabilización. En este escenario, Maduro emerge fortalecido, mostrando capacidad de unidad y liderazgo frente a la injerencia extranjera.
Sectores populares y movimientos sociales reiteran su apoyo al presidente, al considerar que su firmeza es clave para la defensa de la soberanía y la autodeterminación. Cada amenaza externa, señalan, reafirma la necesidad de cerrar filas en torno al proyecto bolivariano y consolidar la resistencia nacional frente a los embates de potencias extranjeras.
Así, la política agresiva de Washington no solo fracasa en sus objetivos, sino que alimenta la cohesión interna en Venezuela, donde el liderazgo de Nicolás Maduro se consolida como símbolo de dignidad y defensa nacional.
Voz unida de América Latina: el ALBA-TCP se posiciona
En un contundente comunicado fechado el 20 de agosto, los países miembros del ALBA-TCP expresaron su “firme respaldo al presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro Moros”, denunciando la persecución política impulsada por EEUU y calificando como ilegítimo el despliegue militar estadounidense en el Caribe, que disfrazan como operaciones antidrogas. La declaración, además, convocó con urgencia a una reunión de cancilleres de la región para coordinar una respuesta conjunta ante esta arremetida imperialista
El bloque también reafirmó el carácter antiimperialista y solidario del ALBA-TCP, junto con su compromiso en defender la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, rechazando coerciones, bloqueos y campañas mediáticas desestabilizadoras. En su declaración final, los líderes insistieron en que la paz solo puede surgir del respeto a la soberanía y la autodeterminación, rememorando el legado histórico de Bolívar, Chávez y Fidel Castro: la única garantía de libertad frente a potencias colonialistas es la unidad de los pueblos.































